Una pantomima retratada en el lado izquierdo del vidrio que separaba tu rostro del mio. Tu gesto, un tanto incidioso, me parecía gentil en cualquiera de las circunstancias y contextos; era simplemente bello. No sabría cómo detallarlo en este momento, tiene que ver con la mueca en la comisura de los labios y un movimiento ocular notable. Todo esto va acompañado de una melodía que se escucha sólo en mi cabeza, quizás la novena de Beethoven, ¡cuanto adoro tal sinfonía! Me parece tenebrosamente hermosa, con todas las intensidades perfectas: es el vértigo el que me causa extásis, el sentirme en el punto más alto de una colina sin/con miedo a tirarme y reventarme en el suelo previamente fallecida por causas inesperadas. Debe ser lindo eso, morirse volando. Es casi angélical. Ahora sumemosle la novena sinfonía, ufff....sería la escena perfecta para morir.
Me siento sólo un rato a fumarme un cigarro mientras miro como esas malditas palomas, y recalco el "malditas", arruinan el plano estético de lo que estoy tratando de observar. Y espero que no pase nada, sólo por ese gusto medio masoquista por ver como corre el tiempo, jugar con los minutos e incluso mimetizarme con el reloj. ¡sería casi un deleite hacer eso! No concebiría retrasos u otro inconveniente netamente temporal, que siempre son bastante malos como excusas.
Las puertas del metro se cierran y miro de reojo para asegurarme de que sigas allí, en el mismo lugar donde te deje. No me gustaría perderte de vista mientras me adentro en el túnel con luces fluorescentes que a veces me desagrada. A veces te encuentro, otras no. Sé que en algún lugar te estarías preguntando lo mismo, y cuando llego a la última estación....siento que al aire le falta ese olorsito especial. Pasa impávido junto a mí y lo único que me aleja un poco de mis recuerdos temporales es el ruido de las micros que apabullan cualquier melodía. La novena, nunca logro escuchar la 9ta de Beethoven mientras camino a mi casa, y ni siquiera sé por qué me gusta tanto escucharla en ese preciso lugar. ¿Será por el ardor que produce? ¿O sólo una fascinación con el vértigo que puede producir un loco jugando a ser poeta?
El camino es aburrido, calles lánguidas muertas hace mucho tiempo por la cantidad de viejos desgastados, y guaguas inmóviles. Uno que otro perro me espanta, y debo cruzar a la otra cuadra por el terror a que me coman. El segundo movimiento de la novena me retuerce. Siento algo parecido a lo que podría haber sentido un fánatico de Wagner al ver las tropas alemanas desfilando por París. El genio de Bonn siempre me pareció mejor que Wagner, y tengo una rivalidad extraña por los dos. Un músico alemán, ya por el hecho de ser alemán, lo debería abarcar todo sin compatriotas que le destiñan su trono de oro.
Me acuerdo de esa mueca, de ese detalle que hace que todo cambie, muta la realidad y la transforma. Se hace el punto de convergencia que crea retazos distintos a lo que no se veía, quizás por torpeza u ojos programados para apreciar un par de cosas superfluas y dejar lo demás a oscuras. Pero no, no estoy para mimetizaciones y apreciaciones colectivas - le tengo pavor - .
Y ahora quien sabe por qué tengo esa sonrisita en el rostro, esa elevación picaresca de los labios. Esa bifurcación chistosa del rostro cuando habemos dos, y ninguno sabe muy bien en qué se podría diferenciar del otro, porque ambos atropelladores, quieren manifestar un par de palabras.
¿Y sigues sentada allí? En el punto donde te deje, no quiero sonar imperativa, pero no te muevas de ahí, que ya voy a buscarte.