miércoles, febrero 14, 2007

Noche


La habitación oscura, puntos centellantes. La mujer lejos de su cama se apoyaba contra la puerta, fijando su mirada en la escasa luz que se asomaba por la rendija de la manija. No había ruido. El silencio gritaba con sus fauces entreabiertas. Apoyó su pupila contra el orificio; no veía nada. En un instante observó una puerta abriéndose y un torso masculino. El silencio calló por un momento, una mosca voló y un cigarrillo se apagó. Los segundos parecían minutos, y estos eran crueles horas asustadas. El torso desnudo del hombre desapareció. La mujer tembló. De un segundo a otro sintió como giraba su mirada. El sudor corría por la cara y el miedo paralizaba sus extermidades. Los ruidos no aparecían, estaban ocultos en una esquina. El hombre dejó de ver y reía. Reía como un loco, como un maldito psicópata afilando su cuchillo para enterrarselo a su víctima, esperando que ésta aullara empapada de sangre. La puerta se cerró, y la escasa luz desapareció.

5 boinas han plasmado su saliva:

Isidora Cousiño V. dijo...

escribamos un libro?

Gonzalo Villar Bordones dijo...

un libro sobre mujeres que abren caminos en la ciudad, que conversan en medio de nubes y que aman junto a la seguiridad de los bosques y de los gnomos pandileros.

Nacho ® dijo...

Creo haberle pasado la lengua a Cortazar.


Me gusta tu mano, sabe como a canela.

Nos leemos.

Chichi dijo...

Hola Cote,

Antes que todo gracias por tu comentario.

Siempre leo tus cuentos y para qué mentirte, aunque son un tanto fuertes, son entretenidos.

Saludos!!

Hernán Rodríguez D. dijo...

Asfixia, eso era...

no sé por qué los mejores relatos son sobre homicidios.

gracias por detenerte en mi blog !