
Hoy mientras andaba en micro, pensaba en todo lo que se suponía que haría hoy. Llevaría a una nenita a un bar algo perdido, con poca gente y música a un volumen lo suficientemente elevado como para no notar la soledad en qué nos encontrábamos. La invitaría a un pitcher a medias, y a dos piscolas (o cualquier trago que ella quisiera, pero debían ser dos). Así estaría algo borrachita, y yo podría acariciarla por debajo de la mesa, sin que me dijiese nada. Hablaríamos de muchas cosas, y la haría reir muchísimo. Es importante hacerla reir. Ya tipo 4 de la mañana, estariamos ambos un poco ebrios, y le díria que la iria a dejar a su casa (en taxi por supuesto). Nos sentaríamos en el paradero de micro a conversar, y yo me acercaria de a poquito, y ella también lo haría. Terminariamos con los labios a una distancia escalofriantemente cercana, susurrándonos cualquier brutalidad, y yo la besaría cuidadosamente. Estaríamos ebrios y con frío, pero besandonos al fin y al cabo. Pasarían muchos taxis junto a nosotros, pero yo no haría parar a ninguno, porque estaba feliz besando a la nena. Y cuando hubiesemos separado nuestras bocas, ella se sonrojaría un poquito, y yo le acariciaria la mano levemente. Pararía el taxi, y seguiríamos conversando brutalidades como si nada hubiese pasado. La dejaría en la puerta de su casa, y esperaría a que entrara. La miraria fijamente a los ojos, para que ella se diera cuenta de que no podía dejar de mirarla. (A algunas les parece lindo, a otras no. Espero que ella sea de las que les gusta). Luego, le pediria al taxi que me llevara hasta mi casa, y prendería un cigarro. Llegaría a mi casa, un poco tambaleandome, y metería la llave en la cerradura sin ningún problema.
La micro se detuvo, y yo me bajé. Eran las 12:oo pm. La nena me había dicho que estaba de novia con la chica que vive al otro lado de la esquina. Y yo le sonreí, casi como una irónia. La felicité, y le dije ¡vaya!. Transcribí mis planes para el día de hoy, y se los di a la chica del otro lado de la esquina. Le dije que porfavor siguiera todo al pie de la letra, y me dijera si realmente funciona. No quería quedar como el pobre bruto que se enamoró de una chica, quien se había enamorado de otra chica que vivia al otro lado de una esquina. Al menos otra persona encarnaría mi sueño, y sería parte de una noche lésbica y metafísica.