jueves, marzo 12, 2009

conversaciones familiares en el auto

Conversación 1.


A: sigue pololeando juanito?

MJ: no, lo patearon

A: ah, esa galla se veía medio fresca. C....( refiriendose a la persona que iba detrás del auto, cuyo nombre dejaremos en incógnito ) deberías presentarle una amiga, y tú puedes salir con los amigos de juanito.

C: pero si estoy pololeando

A: ay que importa, yo cuando 'lola' pololeaba con más de dos a la vez.

M.J : ay, pero eso era porque eres incapaz de mantener una relación intra-personal seria y estable

A: como es eso de intra-personal?

MJ: (gruñido) Una relación que puedas mantener estable y que te llene. No sé, alguien con quien puedas conversar siempre

A: ay, pero cómo con tu papá?

M.J: bah, no creo que hablen cosas útiles

A: ay, que lata hablar. Hay que pasarla bien.


Conversacion 2

A: C...(la misma persona antes mencionada) que lata que ya no eres amiga de esas niñitas (en realidad no sé muy bien el nombre), pero yo creo que te tienen envidia

C: ¿por que me van a tener envidia?

A: ay no sé, pero yo creo que ellas tienen trancas porque sus padres están separados.

M.J: mamá la mitad de los matrimonios en Chile están separados, y eso no quiere decir que la mitad de la poblacion actue como psicópata.

A: ay , pero eso de separarse está mal

M.J: ¿como identificas el mal y el bien? ¿no tiene que ver con un cambio cultural que modifica las bases de lo que podemos entender como bien o mal?

A: ay, pero para que casarse y separarse despúes

M.J: porque supongo que la gente no se casa sabiendo que se separa. Además que es mucho más sincero separarse que mantener relacion en que no se habla, y se crea una mentira sostenida por algo más conservador. Al final sería una máscara

A: ay, a tí que tanto te gusta eso de hablar. Que lata...

viernes, marzo 06, 2009

La casa donde no se llora

Su hermana hablaba por télefono, estaba abstraída en una conversación juvenil. Ofuscada, la miraba, quería desesperadamente que cortara el teléfono y la acompañara. No le pedía nada más, incluso era capaz de oir todas sus historias para no sentir ese silencio que le abismaba. Sus padres no estaban, nunca estaban en realidad. Algunos dicen que sólo aparecían para hacer controles estúpidos y posesivos. La casa en silencio, ella sólo escuchaba el ruido del ventilador que la empezó a trastornar. Miraba el reloj cada 2 minutos. Sabía que no aparecería nada. Sabía lo que significaba mirar la pantalla del celular sin ningún atisbo. En realidad tampoco estaba desilucionada, simplemente que le era díficil llorar en una casa donde no se llora. Pintarrajeada con cuadros y adornos sobre-apreciados, al borde de la siutiquería; su casa se confeccionaba en la medida más individualista que podía concebir. No tenía espacio para conformar un hogar, no existía un lugar para sentarse a conversar. Todo estaba diseñado para que ningún integrante de aquel lugar se topara, de hecho, dudo mucho que se hayan conocido.

Ella (mi personaje ficticio), daba vueltas por la casa buscando algo/alguien. Buscaba, miraba el celular, comía papas fritas, iba donde su hermana, paseaba. Caminaba sólo para que el tiempo pasará, caminaba para no pensar, caminaba para no escuchar el ruido del ventilador. Caminaba para permanecer. Caminaba sin avanzar.

Su respiración era extraña, era como si el aire se hubiera espesado de tal manera, que le era muy díficil respirarlo. Todo acto le costaba el triple que antes. Pero ella sabía muy bien que en esa casa no se podía llorar, mucho menos ir a pedir abrazos de ningún tipo.

- Las penas se pasan sólas - alumbraba la señal que se encontraba al interior de su habitación. Ella no podía llorar, y el llanto atragantado en su cuerpo la volvía débil. Fue tanta la debilidad que sintió, que comenzó a agarrarse de sus memorias para sobreponerse. ¡pero es tan perversa la idea de recurrir a la memoria! Puesto que trae una nostalgia insoportable, de la que no se puede escapar fácilmente. Y fue en ese momento, cuando todas sus memorias alegres le hicieron quebrarse.

Y lloró.

Lloró tanto que el agua que salía de sus ojos empañados,comenzó a formar un pequeño lago en la alfombra de su pieza, luego pasó por debajo de las puertas y se introdujo al resto de las habitaciones. El llanto no paraba, fluía el agua por la casa, abarcando cada esquina, cada mueble, cada alfombra del lugar.

Los familiares aturdidos no entendían de dónde venia esa agua

- Dios santo, alguien ha dejado alguna llave abierta - chillaba una señora histérica que habitaba muy cerca de allí.
- No, creo. Debe ser la cañeria - decía otro anciano un poco encorvado.

Mucha gente llegó a resolver el misterio del agua que había inundado prácticamente todo el terreno, buscaron por cada habitación, cada rincón de la casa, y no encontraron nada.

¿La niña que lloraba?

Hay muchas hipotesis: la primera es que murió a los pocos días despúes a causa de una enfermedad que su cuerpo no pudo soportar. Otros dicen que la vieron huir muy lejos. Los vecinos cercanos dicen que enloqueció, y se encerró en un sanatorio, del cual nunca quiso salir.
Pero la hipotésis más certera, y la que se ha mantenido en secreto durante años, es que aquella niña lloró tanto, que su cuerpo se desinfló por completo y se convirtió en agua.

Y el agua se impregnó en su alma, mutandola. Lo que lo hacía realmente poético, ya que ahora podíamos estar seguros que las lágrimas no son más que la sangre del alma.