
A los muertos no se les remplaza - me decías mientras observaba tu sonrisa en la única foto tuya que queda en mi pieza -. Aun así intento hacerlo. Tu rostro se burlaba de mi ignorancia, como si tratara de decirme que me volveré loca antes de lograr encontrarte sustituto. - Por eso te da lo mismo - me dices en la cabeza - ni tú te crees que quieres tanto como lo hiciste conmigo. Yo intento dejar de escucharte porque sé que tienes razón, pero no puedo evitarlo, necesito sustituirte y tú lo sabes. Es entonces cuando vuelvo a observar tu foto y ahora me sonríes de forma irónica. - Supéralo - me susurras y me vuelves a humillar, porque sabes que no puedo. Hoy te vi en la tele, estabas abstraída, actuabas. Probablemente ahora eres tan inalcanzable como cu alquier personaje ficticio, con la única diferencia que tu existes para mí. Te has vuelto a reír de mí - Tú buscas mis fragmentos en las personas que vas conociendo-. Eso es tan cierto que ahora me avergüenzo de mi obsenidad, de la forma predecible en que actuo. Tú siempre me lo recuerdas y sabes que me haces sentir mal. - Es porque a los muertos no se les remplaza, sino que se les entierra -. ¿Cómo se cava la tumba entonces? Pero esta vez no fuiste capaz de responderme.