jueves, julio 24, 2008

As


El jugador miraba de reojo el trío de cartas que le quedaban, ninguna le satisfacía. Su sonrisa amarga se le reflejó a hurtadillas, como un último reflejo de su eterna letanía. La gente lo admiraba, envidiaba esa frialdad e impostura que tenía frente a las cosas; esa forma audaz de ser el mejor en lo que hacía sin esforzarse lo más mínimo. La virtud de los genios, decían algunos. La suerte de los idiotas, replicaban otros. Sea cual sea la razón de su carácter, él era el mejor jugador de poker que se había visto en esa ciudad. Y él actuaba como le correspondía, con la altanería correspondiente de los que se conocen lo suficiente como para llegar a adularse a sí mismos; aunque entre nosotros, sabíamos que esta patraña era digna de quien se reflejaba en un espejo con los ojos vendados. Sus cartas eran un desastre. Las tiró sobre la mesa con el mismo desdén de su persona, y ajustándose la chaqueta se retiró del juego sin emanar ninguna expresión en su rostro. Sabía que había perdido su as de la manga, en su torpeza absoluta, había caido en las trampas de una mujer. Todos sabemos que es dificil que un hombre escape completamente de ellas. Ella lo miraba del otro lado de la mesa, con un trío de cartas excelente y un as bajo la manga. El mismo As que él le habia obsequiado su última noche juntos. Ante la humillación de verla a ella con la misma frialdad de la que él ostentaba, le tiró las cartas a la cara y emitió una sonrisa falsa. Nunca antes había perdido en el juego, ni tampoco había sido pisoteado de forma tan perfecta por alguien. La gracia de todas las sutilezas, cortan al igual que el papel, lenta y profundamente. Antes de irse del casino, el cual nunca jamás volvería a pisar, se acercó a ella por detrás y poniendo sus labios en su oído le susurró: te odio y te amo con la misma intensidad. Y ella entre sonrisas le respondió que el amor y odio siempre van de la mano, aquello no era una novedad ni tampoco una frase notable para decirse adiós. Él cayó nuevamente en la sensación de haber sido derrotado, de haber sido traspado por el corte del papel en su piel, sufriendo la herida que dolía, y que volvía a arder cada momento que posaba sus ojos sobre ella. Se fue. Sin decir nada. Sin sonreir, sin llorar. Simplemente dejó el juego, para transformarse en uno de los mejores bebedores de la ciudad. Por desgracia, ya nadie le admiraba por eso.

2 boinas han plasmado su saliva:

Lluvia dijo...

Es mi idea o estás perdiendo popularidad? jaja...

has notado que la gente es descortes? cuando uno sube textos más largos "hace" como que los lee, pero realmente es mucho más fácil fingir que leer.

podría decirte "interesante dicotonomia entre el deseo y la furia" o "plasmas elocuentemente muchas sensaciones, por lo que tu relato deja un sabor agradable en la boca, que proviene al parecer de una brisa otoñal, como la decadencia de las cosas en el texto" (para eso solo basta leer el final)...una LATA.

en fin...mi humilde opinión-personal es:

- Me recuerda un par de cosas. Por lo que como lector entro en el cuentito. (aunque esto no es un cumplido porque no es merito tuyo, a menos que el texto estuviera dedicado)

- Está bien armadito como generalmente lo haces, obsesor XD

- Me gustaría que te chasconearas, he leído mejores cosas tuyas.

cuidateeee!
(aaah oye, cuando se entra a clases en la u? :S)

Lluvia dijo...

chuta, leí mi comentario y creo que está cargado a lo negativo en vez de a lo positivo, siendo que me gustó el cuentito, aunque netamente desde la forma. Eso.

chau, ahora sí.