
El mundo se ha desvanecido, ausente de todo lo que contenga
mi mente evoca únicamente momentos de aquel planeta construido
artificialmente, por decir algo
verdaderamente, por decirlo todo.
Aquella galaxia atemporal,
fusión de mis lecturas absurdas y tu risa encantadora.
Desaparecen los detalles rídiculos que a nadie le importa,
la gente se pasea alrededor sin percatarse de que no existen
al menos en nuestras proyecciones.
Se han convertido en personajes hechos de tiza,
pantomimas rídiculas impregnadas en una pared olvidada.
Ya nada sabe tan bien, nisiquiera algo es capaz de deleitarme
sólo sonrio ante tu prescencia ansiada efusivamente.
Te espero las veinte y cuatro horas del día,
te sueño mientras duermo para encontrarte,
te busco en cada detalle; nace una compulsión extraña de ti.
No puedo cerrar este poema,
no quiero despedirme de ti en ningúna forma;
aunque sepa que me cruzaré contigo pronto.
No quiero tener que decirte adiós, aunque te diga buenos días horas despúes.
Aún así, y ante la obviedad de las despedidas cortas,
mi mente funciona a toda hora y en este momento,
tú imagen es la única que logra percibir con claridad
y al mismo tiempo, es ya la que más le place.
mi mente evoca únicamente momentos de aquel planeta construido
artificialmente, por decir algo
verdaderamente, por decirlo todo.
Aquella galaxia atemporal,
fusión de mis lecturas absurdas y tu risa encantadora.
Desaparecen los detalles rídiculos que a nadie le importa,
la gente se pasea alrededor sin percatarse de que no existen
al menos en nuestras proyecciones.
Se han convertido en personajes hechos de tiza,
pantomimas rídiculas impregnadas en una pared olvidada.
Ya nada sabe tan bien, nisiquiera algo es capaz de deleitarme
sólo sonrio ante tu prescencia ansiada efusivamente.
Te espero las veinte y cuatro horas del día,
te sueño mientras duermo para encontrarte,
te busco en cada detalle; nace una compulsión extraña de ti.
No puedo cerrar este poema,
no quiero despedirme de ti en ningúna forma;
aunque sepa que me cruzaré contigo pronto.
No quiero tener que decirte adiós, aunque te diga buenos días horas despúes.
Aún así, y ante la obviedad de las despedidas cortas,
mi mente funciona a toda hora y en este momento,
tú imagen es la única que logra percibir con claridad
y al mismo tiempo, es ya la que más le place.