martes, octubre 31, 2006

Cigarrillo



Me senté en mi ventana, mientras la abría con cierta lentitud; tomé el encendedor del bolsillo y me dispuso a prender un cigarro. Lo tomé entre mis dedos, y aspire suavemente el tabaco. ¡Que asquerosidad! - pensaba - mientras iba analizando el pegamento, el papel y ciertos quimicos extraños que hacía entrar en mi cuerpo voluntariamente. Acto seguido, la sequedad en la boca, el olor pegado en la ropa y en las manos. El humo entrando por el cuerpo e impregnando la pieza; la maldita tos pegada, la flema verde y esparcida. El pulmón demacrado y vomitando pus; los dientes semi caidos, semi enegrecidos. La cara demacrada, la falta de aire, la plata gastada, el cansancio al caminar.
Tengo que dejar de fumar! Apague el cigarro! Me fui a dormir. Y sí, llevo un par de días sin fumar.

2 boinas han plasmado su saliva:

Anónimo dijo...

muy bien cote
has seguido mis sabios pasos hacia la salud fisica y mental...
suerte

Anónimo dijo...

Sin hay que decir algo...por decir algo...no tengo palabras para expresar bien lo q esto significa...Nunca se puede calificar un escrito...ya que las opiniones son muy subjetivas...

Pero mi mente me dice...que me gusto lo q escribiste