jueves, octubre 19, 2006

¿Te conté que no me atrevía?

¿Por qué vuelves a alzarte?

Entre penumbras del recuerdo

Vas citando tu aliento

Calido y febril,

A donde no puedo seguirte

Porque no hay espacio, no hay un lugar.


El perfume de tu rostro,

Se vuelve el olor del calvario,

Todo se trastorna en un paraje desolador

En donde me encuentro sola,

Esperando tú presencia.


Y no eres tú, pequeña,

No eres tú la que me tortura,

Clavándome en la misma herida,

Que aun no decide morir.

Es simplemente, la blanca espuma,

El mar tenebroso, y ese Sol menguante;

Los que van atando mi alma a un muelle olvidado.


¿Te conté que no me atrevía?


Veo como nos hundimos,

Siendo náufragos nuevamente

De mi propio error,

De aquel que magulló mi débil cuerpo,

Y lo abandono al borde del callejón sin regreso.

Trataste de encontrarme, pero no llegaste hasta nada más,

Que un pedazo de carne envuelto en espuma.


Sentía como te ibas colando por mis dedos,

Y como tu mirada fría y mentirosa,

Me iba recordando diariamente

Que las obsesiones son para los tontos,

Para aquellos que cometieron el pecado

De querer más de lo que se les pide.


Te dejé una rosa tendida en el velador,

Y me regresaste un puñado de cartas sin abrir,

Al igual que las miles de fotos

Que fueron inmoladas con el ardor de tu ira.

Y no te preocupaste de dejarme con vida.

Y no eres tú, pequeña


La que me devoró con sus fauces atronadoras,

Fue el tiempo,

Aquel asesino en serie,

Aquella sombra trémula

Que invade a cualquier apasionado.


Vi llorar al cielo,

Y vi una lágrima caer por tu mejilla;

Me preocupe de secártela con mi mano,

Y de sacarte una sonrisa tímida y silenciosa.


¿Te conté que no me atrevía?


Te recuerdo en la playa,

Esperando que las aves apresadas,

Y los cielos sin estrellas

Dejaran de hacerte llorar.

Envuelta en una manta color verde,

Acurrucada junto a una roca salada,

Derramando pensamientos

Que yo no logré coger.


Y no eres tú, pequeña.

La que borró la poesía de mi rostro,

Ni la que robó el ultimó te quiero.

No congelaste al desierto,

Ni curaste el ojo ciego.

Cierra los ojos nuevamente,

Y olvida.


Olvida que los cielos

Dejaron huellas en tus ojos,

Y que la arena tormentosa

Se coló por tu mirada.


Olvida, pequeña, olvida.

4 boinas han plasmado su saliva:

Anónimo dijo...

holas, llegue pa tu fotolog por el de pipe allende
se paso el poema.. lo hiciste tu ??? :O

Luis Felipe Alliende dijo...

pipe ALLIENDE, con i. exelente tu poema

Boina Descalza dijo...

jajaja gracias por pasar! si, lo escribi yo.

Blusa Transparente dijo...

Primera vez que te leo y me gusta lo que estoy viendo. Continuaré.

Saludos